jueves, 21 de abril de 2016

La escuela de los bienes transables



Se enfocó en las características distintivas de los productos (Ejemplo: productos y servicios) y se centró fundamentalmente en contestar la pregunta: ¿Cómo se mercadean las diferentes clases de bienes? Los pioneros de esta escuela fueron Shaw, Cherington, Copeland y Breyer. Los proponentes de esta escuela consideraban, que si se podía establecer un sistema de clasificación racional de los productos, se podrían ubicar dentro de unas categorías de productos, internamente homogéneos entre sí y externamente heterogéneos, lo que permitiría aplicar las mismas tácticas de Mercadeo dentro de cada categoría de productos. En 1920 Cherington propuso varias categorías de bienes que incluían las materias primas y las partes para los procesos de fabricación y se refirió a "aquellos bienes que desaparecen del comercio porque van al consumo individual o a los hogares". En este mismo año Duncan hizo la distinción entre productos agrícolas y manufacturados y anotó, que el análisis de los bienes podría aplicarse a cualquiera de ellos, ya fuera un producto material o un servicio. En 1931 Breyer publicó su libro "Commodity Marketing", donde cada uno de sus capítulos estaba dedicado a describir el método para mercadear un determinado producto desde su origen en el productor, pasando por el intermediario, hasta llegar al usuario final. Se refirió al mercadeo de productos tales como el algodón, el hierro, el acero, el cemento, el carbón, el petróleo, la electricidad y los servicios telefónicos. 
Transables
NO Transables

El autor más influyente de esta escuela fue Copeland (1924), el primero en hacer una clara distinción entre los bienes industriales y de consumo basándose en quién compraba el bien y el uso 13 que intentaba darle. En esta escuela el área de mayor desarrollo fue la de clasificación de los bienes de consumo: de conveniencia (de compra rutinaria), de compra reflexiva (según calidad, precio, características) y productos especiales (de atractivo especial para el cliente y donde el precio no es una limitante). En 1986 Murphy y Enis, basándose en el trabajo de Copeland, organizaron prácticamente todos los productos, clasificando los bienes de consumo en una tabla con dos dimensiones: esfuerzo y riesgo. Según esta clasificación los bienes de conveniencia exigían poco riesgo y poco esfuerzo y los practicantes de Mercadeo solo podían usar unas mezclas de Mercadeo limitadas. Los bienes de compra reflexiva requerían altos niveles de riesgo y esfuerzo y aquí los practicantes de Mercadeo podían usar una amplia variedad de mezclas de Mercadeo. Los bienes especiales eran los de mayor nivel de riesgo y esfuerzo, y al mismo tiempo eran lo que ofrecían a los practicantes de Mercadeo las opciones más limitadas de mezcla de Mercadeo. En las siguientes décadas siguieron apareciendo aportes interesantes entre los que se destacan los trabajos de Ramond y Assael (1974), Holbrook y Howard (1977), Enis y Roering (1980), y Murphy y Enis (1986). 

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